“No sé quien sería yo sin la lectura, la literatura, sin un poco de poesía”
Laura Chimaras: “La opción más grande que tenemos en la vida, y probablemente la única, es seguir adelante”.
A pesar de su talento, recorrido y éxito en la actuación, Laura Chimaras se describe simplemente como una mujer muy apasionada. Ama las letras, ama la literatura, ama la poesía… Por eso lo primero que hace todos los días, mientras se toma el café de la mañana, es leer. “Yo no sé quien fuese yo sin la lectura, sin la literatura, sin un poco de poesía”, exclama.
Hija del reconocido primer actor venezolano Yanis Chimaras (q.e.p.d.), Laura comenzó su carrera artística a los 8 años en la televisión de su país. Pero el dolor por el asesinato de su padre la transformó y la ayudó a descubrir 20 años después su verdadera vocación: la escritura. «Nunca pierdas la fe”, su primera novela basada en la vida real y donde el protagonista es su padre, se basa en lo que sucede en el momento del impacto, en cómo se sienten ella y su familia y en las lecciones aprendidas para transformar el dolor en aceptación, entendimiento y esperanza.
En medio de sus libros y lienzos con frases, Laura llena escenarios internacionales haciendo shows poéticos inspirados por la resiliencia y la felicidad. En sus redes sociales agradece y deleita a los fans que acuden a Spotify, iTunes, Youtube e Instagram, para buscar y escuchar a diario sus recitales y declamaciones.
Latinas reales: ¿Cómo fue esa transición desde la actuación hasta la poetisa y escritora que eres hoy?
Laura Chimaras: Fueron muchos años actuando, muchísimos años actuando, y más bien la transición fue bastante difícil. Sin embargo, después de 7 años escribiendo, probablemente, todavía me siento en una transición porque es colocar una carrera de más de 20 de años en una que solo tiene 7 años. Solamente que lo que he vivido en estos siete parece como si fueran 40 años de carrera, ha sido extraordinario y avasallante, y exponencialmente muy grande. Hay algo muy importante en esa transición y es que cuando yo dejo de sentir amor por las cosas que estoy haciendo, siempre me hago una pregunta: ¿cuánto tiempo me voy a quedar aquí? Porque si no me hace feliz y no sabemos si la vida es larga o corta ¿por qué voy a hacer cosas que no amo? ¿por qué voy a hacer cosas que no me gustan?
LR: Hablaste de la transición, de cómo llegas a esto, ¿hubo miedo? ¿Cómo lidiaste con esos temores?
LCH: Siento que fue la forma en que me criaron. Aunque mi papá fue un actor muy famoso, yo no vengo de una familia con mucho dinero, ni muchos recursos como para decirte que todo fue fácil. Al contrario, aun siendo mi papá uno de los primeros actores venezolanos, no teníamos mucho dinero, vivíamos de alquiler, y a veces no nos alcanzaba para hacer el mercado completo en la casa. Entonces, entendí que la opción más grande que tenemos en la vida, y tal vez la única, es seguir siempre adelante, como estemos y pase lo que pase. Y creo que ya, a mis 32, años puedo redefinir un poco el miedo y preguntar: ¿El miedo existe realmente?, ¿dónde está?, ¿cómo lo trabajamos?, ¿qué hacemos con él? Siento que es simplemente una sensación y tú decides qué hacer con ella: ser un poco más cobarde o ser el héroe de tu propia película.
LR: ¿Cuál es el mensaje que tú puedes transmitirle a la gente que está pasando por procesos similares?
LCH: Yo siempre le digo a la gente que no sabemos cuándo se acaba la vida, y creo que eso es algo muy importante. Tú puedes ser una persona saludable, puedes estar muy bien y de repente pasa lo que le pasó a mi papá. Él era una persona completamente saludable y la forma en que partió no dependía de él, fue otra persona quien decidió eso. Entonces, yo siempre pregunto: “¿Tú sabes cuándo se acaba la vida? Y responden: “No, pero me gustaría vivir mucho”. Y al preguntar cómo se sienten, hay mucha queja entre la gente, mucho dolor, caos conflicto, entonces digo: “¿Quieres vivir así el poquito tiempo que te queda? ¿Y si te quedan 24h? Entonces, el asunto es, como no sé cuándo se acaba y como no quiero decir en el momento que se acabe que “esa vida que viví no sirvió”, debemos pensar en esos momentos en que creemos que “las cosas no me van a salir bien” o “no las merezco”, si vale la pena amargarnos la vida por eso, o si vamos a tomar acción y a mejorar las cosas.
LR: Tu libro «Nunca Pierdas la Fe» ha sido un éxito rotundo. ¿Cómo fue el proceso creativo detrás de este libro y qué quisiste transmitir a tus lectores?
LCH: En realidad no lo sabía, porque yo tuve un sueño con mi padre a finales de 2018 donde él me dijo que tenía que empezar a escribir un libro, porque necesitaba que yo le dijera a la gente que la muerte no existe. Y yo, en este sueño, me reía y le decía que nadie me iba a comprar ese libro. Recuerdo que estaba en Colombia con mi esposo, y cuando regresamos yo le dije que iba a empezar a escribir el libro, y que no sabía por dónde iba a empezar, pero que lo iba a plasmar. Cuando escribo el primer capítulo, empiezo a tener sueños muy recurrentes con él (mi padre) donde estábamos en nuestra casa en Venezuela y él me decía: ‘En este capítulo tienes que hablar de esto, en el siguiente capítulo tienes que hablar de esto’, entonces imagínate yo de madrugada -ahorita lo cuento con una sonrisa, pero hace 2 años estaba en crisis-, me paraba y grababa notas de voz con lo que me contaba mi papá y cuando me levantaba a las 7am a tomar el café yo decía “estoy loca”. Entonces, nunca pierdas la fe se convirtió hasta ahora en uno de los libros más hermosos, más importantes que he escrito.
LR: Háblanos de la sanación, tú la viviste… ¿Cómo la entiendes, ¿cómo la vives o prácticas y cómo la transmites a las personas que la necesitan?
LCH: Fue duro, hubo lágrimas, hubo conflicto, rabia, rencor, pero después de todo ese caos pasé a algo tan hermoso que hoy en día siento que la gente no me cree cuando digo “Hey, a mí, mi papá ya no me duele”. Ya va, una cosa es que yo extraño al viejo, y lo extraño en Navidad o cuando viene un libro, lo extraño profundamente, y probablemente lo extraño todos los días de mi vida, pero ese dolor que está aquí como en la boca del estómago, que no te permite respirar, ese dolor sufrió una especie de metamorfosis y se ha convertido en lo más hermoso que fue empezar a escribir poesía. Yo hice mi primer poema en nunca pierdas la fe, un poema que se llama 24h y es una despedida a papá. Por eso yo siempre digo, yo no encontré la poesía, la poesía me encontró a mí, ella me salvó y yo me enamoré de ella.
LR: ¿Cómo fue el proceso de abrirte al público y cómo crees que tu revelaciones íntimas y personales impactan a la audiencia?
LCH: Es raro, te sientes rara, pero cambié un poco la perspectiva de que si te muestras vulnerable, caótica y con todas las cicatrices que están dentro de ti la gente te va a rechazar; y en mi caso ha sido lo contrario: He sido yo, como soy, con mis dolores, con palabras a veces mal escritas, mal dichas, siempre mejorando, con todas estas cicatrices como cualquier ser humano y me he ganado un público tan hermoso, que nunca había leído y busca mi libro, que nunca había escuchado un poema y van a mis shows poéticos y dicen: ‘Dios mío, ¿por qué no conocía la poesía antes?’.
LR: ¿En qué consisten los shows poéticos?
LCH: Imagínate ir a un concierto, vas a escuchar a Joaquín Sabina, por ejemplo, un gran poeta y cantante, pero él llega y puede cantar, tocar su guitarra, un piano. Ahora, imagínate lo mismo, con la misma energía hermosa que puede mostrar un Sabina, un cantautor extraordinario como Simón Díaz, pero solo recitando poesía. Es lo que hago yo. Incluso tenemos músicos en vivo y lo mismo puede haber un cantante, pero solamente y de verdad estamos recitando poesía y hoy en día la gente se detiene y dice ‘no sabía que esto era poesía’.
LR: ¿Qué o quién te inspira?
LCH: Hay muchas cosas personales, quizá dolores que he guardado y no he podido sacar por pena y otras cosas muy bellas que tiene la vida, quizá mi esposo, mi familia, la misma literatura, yo voy inspirándome en muchas cosas.
LR: Abordas en tu obra temas de fe y dolor. ¿Cómo ha evolucionado tu propia perspectiva sobre estos temas a lo largo de tu vida?
LCH: Tratar de cambiar la perspectiva de algo tan complejo como la muerte no es fácil. Pero el hecho de que todo esto que me ha pasado y todo lo que he podido hacer con la escritura, que ha sido mi catarsis, mi terapia y al tiempo esté siendo la catarsis y la terapia de muchas personas, me ha hecho entender la importancia de valorar estos temas y preguntarme ¿qué voy a hacer con el dolor?, ¿qué voy a hacer con el caos?, porque yo necesito convertirme en un monstruo en esta vida. Un monstruo en este sentido significa que cada año yo sea más fuerte, que sea mejor.
LR: ¿Cuál es el mayor aprendizaje de tu vida?
LCH: Que no puedo perder la fe y que tengo que entender que en cualquier momento vamos a morir, así que cuando lo termine de entender y aceptar, probablemente vaya a vivir mucho mejor.
LR: Revélanos algo de la Laura Chámaras que nadie aún conoce…
LCH: Yo soy muy terca, y mi esposo te lo puede decir, cuando se me pone algo entre ceja y ceja, es como cundo dije quiero escribir este libro así y lo voy a sacar así… (risas), pocas veces me muestro terca al público. Otra cosa que no cuento es que como mucho chocolate a escondidas, como una niña de 10 años. Así estemos en dieta, así estemos entrenando, como mucho chocolate y eso es algo que creo que tengo que controlar.
LR: ¿Cuál es el mensaje que puedes enviar a una comunidad de mujeres latinas en real estate que anhelan crecer exponencialmente?
LCH: Que se preparen mucho, que estudien mucho, que, si no les gusta leer, es momento de empezar a leer, es importante leer. No solo por aprender cosas, sino probablemente porque una persona que trabaja en ventas necesita una mejor elocuencia. Y, ¿cómo puedes hablar mejor? Solo podemos hablar mejor cuando leemos un poco más. Lean mucho, prepárense mucho; también hagan mucho deporte, coman muy bien, busquen siempre tener un entorno saludable, casa, familia, amigos, las personas más allegadas en buena en sintonía. Cuando todo esto empieza a funcionar, puede fluir mejor el trabajo. No son simplemente vendedoras de casas, primero son seres humanos y como seres humanos primero deben conocerse y después entender cómo salir a vender cosas.
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