Nadie está preparado para el silencio que deja la muerte. Y Mariana Niro lo supo en diciembre pasado, cuando recibió una noticia que partiría su vida en dos: su madre, sus hermanas, su cuñado, sus sobrinos… toda su familia en Brasil había muerto en un accidente aéreo. La víspera de Navidad, el tiempo se detuvo para una de las agentes inmobiliarias más exitosas de Miami, que en solo un año alcanzó 120 millones de dólares en ventas.
Mariana no es una mujer común. Es una sobreviviente. Ya conocíamos su historia de lucha como madre soltera, tras el abandono de su exmarido estando embarazada, y cómo había tenido que aprender a hablar de nuevo después de una craneotomía, tras sufrir un accidente en bicicleta en Italia. Pero esta vez, el golpe fue diferente. Más hondo. Más brutal.
En esta entrevista exclusiva para Latinas RealEs, Mariana no habla de propiedades millonarias ni de estrategias de inversión. Habla de ese momento en que todo parece perder sentido. De la necesidad de ser fuerte cuando no se quiere serlo; de cómo se reconstruye una mujer cuando el dolor arrasa con todo; de cómo se respira cuando falta el aire… de cómo, aún con las heridas abiertas, hay que seguir. Del vacío y la rabia, del amor que no muere y de la esperanza que, contra todo pronóstico, vuelve a florecer.
Con su corazón abierto, Mariana Niro comparte no sólo lo que ha perdido, sino todo lo que ha ganado: claridad, propósito, compasión y una renovada misión de vida.
Latinas RealEs: Mariana, sabemos que eres una mujer resiliente, pero esta vez la vida te golpeó en lo más profundo, con una tragedia familiar que nos conmovió a todos. ¿Cómo se empieza a caminar cuando el alma se rompe?
Mariana Niro: Yo creo que nadie jamás imagina que uno puede pasar por lo que yo pasé. En estos meses he pensado mucho sobre el tema. He cuestionado mucho a Dios y a todos y no hay una respuesta para lo que pasó. Y me comparo mucho con en el pasado, familias que en la guerra perdieron todo. O con el holocausto, un episodio horrible de nuestra historia que no hay palabras para describir lo que esa gente sufrió. Y los que sobrevivieron, sufrieron no sólo mentalmente como yo, sino físicamente también. Yo creo que para ellos hasta fue peor y eso me hace reflexionar y ver la vida de otra manera.
LR: ¿De dónde sacas tantas fuerzas?
MN: Yo fui muy privilegiada de tener una familia espectacular. Mi madre siempre fue una mujer muy fuerte y nos enseñó a ser fuertes. Cuando uno pierde a una persona, no es la cantidad (en mi caso fueron diez), sino el vínculo que uno tiene con cada persona. Hay gente que tiene relaciones horribles con su madre. Y cuando la madre se va, claro, duele, pero un dolor distinto. En mi caso, mi madre siempre fue mi mejor amiga desde niña. Mejor amiga en todo, mi cómplice, porque incluso cuando me acosté por primera vez con un hombre, ella fue la primera en saberlo. Entonces si no está mi cómplice, duele más. Hoy yo digo ¿por qué no me monté con ellos en el avión?
LR: ¿Sentiste en algún momento que no podías con tanto dolor?
MN: Sí, y todavía lo siento. Hay días en que entro en crisis. Y lloro mucho. Me desespero porque como que aún no lo creo. Y puedo pasar un día en que estoy bien y entendiendo que eso pasó y de repente llega un pensamiento de que todos se fueron, todos, y jamás van a regresar… Extraño a mi madre, extraño a mis hermanas, los extraño a todos. Y así va. Es muy doloroso y siento muchas veces que estoy como en un abismo, aferrándome para no caer, y que ya no puedo más. Y no me puedo soltar porque si suelto muero.
LR: Dicen que nadie vuelve a ser la misma persona después de una pérdida así como lo que tú has sufrido… ¿Quién es hoy Mariana Niro? ¿Has descubierto alguna nueva misión de vida?
MN: Sí, eso es exactamente lo que digo a la gente: que la anterior Mariana murió y que esta Mariana es otra. Y la verdad es que aún no sé cómo lidiar bien con esta Mariana, estoy aprendiendo, yo estoy naciendo, y sé que tengo un vacío muy grande que tengo que llenar porque todo es muy nuevo para mí. Pero una cosa que sé es que como cuando ya un zapato no te sirve más, los tienes que cambiar por unos nuevos. Los valores que tenía antes no tienen sentido para mí hoy, y estoy haciendo un cambio muy grande desde adentro. La verdad es que estoy construyendo una nueva Mariana.
LR: ¿Cómo sientes y visualizas a esta nueva Mariana?
MN: Hay cosas de mi pasado que ya no me sirven. En el tema de trabajo me di cuenta de que tenía unos valores que ahora no comparto, porque siento que no es el camino correcto, y no es que sienta que era una persona mala, pero estaba ciega sobre la gran misión que nosotros tenemos en la vida. He cambiado el concepto de amistad, porque es increíble cómo Dios está poniendo personas buenísimas a mi lado y yo no estaría acá si no fuera por estas amistades. Son amistades que están haciendo cosas que solo mis hermanas harían, son mis hermanas actuales.
LR: Y además tienes a tu hijo Luca…
MN: Sin duda la razón número uno por la que despierto y estoy acá es mi hijo. Dios no me dio opción. Cuando tú eres madre, si tú tienes la bendición de ser madre, es una responsabilidad que tienes. Mi hijo tiene 18 años hoy, es un niño maravilloso y a pesar de que me necesita más que nunca y yo como madre tengo que estar ahí, él me enseña muchas cosas. Fíjate que él es un niño muy maduro, muy listo, y yo quería entender qué pasaba en su cabeza y le pregunté: Luca, ¿qué tú crees de todo esto? Y él me dijo, sencillamente: ‘Mom, no fue uno, no fueron dos, no fueron tres, ¡fueron diez, tiene que ser algo de Dios’! Y esto me despertó, y yo le respondí: ‘Sí, es de Dios, que sea hecha su voluntad’. Entonces, si tú tienes fe y crees en Dios, por más que te duela, tú tienes que aceptar, y eso es lo más difícil, porque te digo la verdad, yo todavía no estoy aceptando.
LR: Hoy ves la vida de una forma diferente, ¿qué piensas del éxito hoy?
MN: Todo ha cambiado. Porque lo que era más importante para mí era mi trabajo. Yo pasaba 18 horas trabajando, se volvió mi prioridad por encima de todo, y por más que sea para ganar dinero, para poder pagar todo a tu hijo, para tener un futuro mejor, al final no vale la pena. Cuando dije que iba por el mal camino, es por esto: solo quería trabajar más, ganar más, ser la mejor… Y está bien ser competitiva, pero yo solo estaba mirando mi propio ombligo. Y hoy viene a mi mente con frecuencia esa canción de Julio Iglesias, que me encanta, y que dice: ‘De tanto correr por la vida sin freno / Me olvidé que la vida se vive un momento, De tanto querer ser en todo el primero / Me olvidé de vivir…’. Y esta era yo, trabajando 18 horas por día; la gente no cree, pero sí, trabajaba 18 horas por día, dormía muy mal, tuve problemas de salud por el trabajo, tuve problemas en mi relación y, claro, obviamente no estaba ahí para mi hijo, como debería, ni para mi familia. Si yo supiera que mi familia toda se iba, no haría dinero de la forma que lo hacía, a costa de todo y de todos.
LR: ¿Qué concepto tienes hoy del dinero?
MN: Lo que menos quiero tener hoy es dinero, porque cuando hay una pérdida tan grande tú te das cuenta que todo el dinero que puedas tener no vale de nada, por eso mi mensaje hoy, para quien está ahí, tratando de tener éxito, es que aunque está bien trabajar y ganar dinero, porque tenemos que pagar las cuentas y con dinero podemos ayudar más al prójimo, se vale tener éxito, pero necesitas un balance: tienes que tener y dedicar tiempo intencionalmente a tu familia, a tu salud, a tu pareja. Hay que establecer prioridades y buscar un equilibrio, porque honestamente para ser una top producer, así como yo, vender más de 100 millones en un año, es imposible tener una vida normal. Y hoy yo no veo esto coherente. En mi caso, yo tengo cuatro asistentes maravillosas que dependen de mí, y hay clientes que dependen de mí, y creo que independientemente de lo que nos pase tenemos una responsabilidad, así que sigo trabajando, pero estoy menos presente en todo y estoy delegando más.
LR: ¿Qué representa hoy la palabra familia para ti? ¿Cómo resignificas su valor después de esta tragedia?
MN: La familia es todo. Y mi mensaje es que nos peleamos por cosas pequeñas, y la vida, es muy, muy corta, para no disfrutarnos. Mi misión es difundir esto todos los días, hasta que, poco a poco, la gente cambie: que dejen por un momento lo que están haciendo, que llamen a su madre, que hablen con todos, que se reconcilien, que no dejen que les pase lo que pasó conmigo y empiecen a aprovechar y enfocarse en lo que es importante en la vida: Dios, la familia, los amigos, la salud y luego el trabajo.


