“Las agentes de real estate deben reflejar el lujo de lo que venden”

Ha vestido a algunas de las mujeres más elegantes de Colombia, sin mencionar las muchas ferias de moda nacionales e internacionales donde ha triunfado con sus colecciones. Su experiencia y sus años de carrera profesional lo convirtieron en el diseñador de modas más insigne y destacado de la ciudad de Cali, pero eso no fue suficiente para él. Cuando ya había alcanzado ese sitial, se preguntó ¿‘Y ahora, ¿qué hago’?…

La respuesta no se hizo esperar. Siempre quiso elevar su marca y entrar en mercados poco explorados por la mayoría de los diseñadores colombianos. Soñaba con que su nombre fuera conocido más allá de las fronteras de Colombia. Y lo logró. Pero llegar hasta allí fue un proceso de mucho esfuerzo y un gran trabajo en equipo que requirió, además de inversión, contratación de más empleados, industrialización de procesos de confección, estudiar nuevos mercados y una gran dosis de creatividad.

Latinas Reales: ¿Cuándo pensaste en la posibilidad de que tu reconocida marca saliera de Colombia?

Andrés Otálora: Empecé por entrevistar a varios agentes internacionales de moda que me pudieran representar afuera. Fui a Nueva York, donde finalmente encontré a un consultor que me enseñó cómo se valoriza el mercado de la moda, cómo se terminan mejor las prendas, cómo sacar colecciones más internacionales, en fin, cómo volverme una marca de lujo. La marca fue evolucionando muchísimo. Ya no se trataba de mí como diseñador, sino de exportar una marca. Poco a poco fuimos creciendo y hoy estamos en un mercado muy importante como es el de Estados Unidos, con presencia en Moda Operandi, Neiman Marcus y Bloomingdale’s, además de Le Bon Marche en París. En este momento tengo presencia en cuatro continentes. Ahora estoy intentando penetrar el mercado inglés, ya tengo cita con Harrods y Selfridges. Mi idea es que Andrés Otálora sea una marca de lujo a nivel internacional, reconocida en los cinco continentes.

LR: ¿Cuánto tiempo tardaste en desarrollar tu marca para estar presente en tantos sitios?

AO: Comencé hace siete años. Me demoré un año pensando bien las cosas y otro año organizando la empresa. Lo más importante de los procesos de exportación es que tú puedas cumplir, algo para lo que muchos diseñadores no están listos. Por ejemplo, uno puede estar preparado para hacer cinco o diez camisas, pero de repente quieres exportar y un cliente te pide 500 camisas y debes entregarlas en dos meses. Entonces debes tener esa capacidad de producción, que es lo más importante. ¡Y mantener la calidad! Para eso es necesario organizar todo el equipo a nivel de diseño, la parte contable, la parte gráfica, temas de exportación como los certificados de origen; muchas cosas para poder exportar continuamente, legalmente y que sea algo orgánico, no forzado.

LR: ¿Cuáles fueron los principales obstáculos con los que te encontraste y cómo pudiste superarlos?

AO: Hay dos maneras de exportar: formal e informal. Yo quería hacerlo de manera formal, que implica que el comprador puede hacerte un pedido y decidir luego lo que quiere conservar. Algo así como que Neiman Marcus te pide 650 prendas, pero por cualquier motivo te devuelve 500. De manera que las devoluciones masivas pueden significar una catástrofe si no tienes un músculo financiero que soporte eso. En esto no todo es risas y sonrisas. Si me llega a pasar algo así, yo no lo veo como una derrota, sino que miro en cuál otro mercado puedo vender esa ropa, pero mientras eso sucede, tienes que soportar ese dinero que te dejará de entrar. Hay que ser muy organizado a nivel financiero y logístico, además de crear colecciones que conserven el ADN de la marca, para que así mismo puedan reconocerla fácilmente.

LR: ¿Qué se siente estar en tiendas como Neiman Marcus, Bloomingdale’s y Le Bon Marche, muy soñadas por los diseñadores?

AO: Cuando fui a París y vi mi ropa colgada en Le Bon Marche, me dio mucha alegría porque solo tres latinoamericanos están allí, y yo soy uno de ellos. Es una tienda muy famosa porque allá iba Lady Di a hacer sus compras, entonces era un sueño para mí. De la misma manera me emocioné cuando empecé a ver mi ropa en algunas de las mejores tiendas de 10 ciudades y países del Medio Oriente como Dubái, Kuwait, Azerbaiyán, Turquía y Riad, entre otros.

LR: ¿Cómo logras permanecer con tu marca en esos sitiales?

AO: Yo digo que el consejo más grande que existe es que uno tiene que renovarse cada vez. Uno tiene que evolucionar como diseñador, como ser humano, como comerciante, como sea. En mi profesión vemos cómo muchos diseñadores se quedan en el pasado porque alguna vez hicieron algo importante y viven de ese recuerdo. Yo no soy así, yo soy al revés, cada día sueño algo diferente. En mi empresa está trabajando gente muy joven con muchas nuevas ideas, algo muy necesario porque el mercado de la moda es mucho más evolucionado, cambia muy rápido y hay que estar acorde con esos cambios. Yo nunca pensé ver mi ropa en las Maldivas, por ejemplo, pero hace poco empezamos a vender allá. Si la idea es llegar allá donde nunca pensaste, tienes que estar en constante evolución y no quedarte quieto con lo que ya tienes.

LR: ¿Sigues enmarcado en diseñar para mujeres que viven en el trópico?

AO: Me sigo manteniendo en esa línea, porque cuando buscan a un diseñador colombiano buscan es el trópico, el caribbean chic, eso es lo único que les interesa. Por eso me ha costado un poco de trabajo el tema de colecciones Otoño/Invierno con algunas tiendas. Por ejemplo, mi principal cliente en Estados Unidos, que es Moda Operandi ‒un verdadero monstruo de las ventas online‒, me pide que conserve el ADN tropical de la marca, así sea en temporada invernal, pero cuando esa misma colección la ve Neiman Marcus o los europeos, se asustan un poco porque todavía lo ven como de trópico. Pero eso se soluciona sacando una cápsula para Norteamérica y otra para el resto del mundo que sí sea Fall/Winter.

LR: ¿Cómo ves hoy a esa mujer universal a la que viste Andrés Otálora?

AO: Yo siempre he dicho que la mujer también debe evolucionar. Las mujeres evolucionan según la edad, los pasos que dan, la trayectoria profesional, todo. En este momento yo tengo 90 empleados, de los cuales, 75 son mujeres, muchas de ellas cabeza de familia que han educado solas a sus hijos, y han comprado sus casas. Admiro mucho a las mujeres empoderadas que saben plantarse y tomar las riendas de su vida. Ellas me inspiran. A veces estoy acostado y sueño con un vestido o una blusa y tengo que levantarme a dibujar, para después pasarle eso a uno de mis asistentes que es quien se encarga de llevarlo a patronaje. Esos conceptos hay que universalizarlos, abrirlos hacia el mundo, porque yo debo diseñar un vestido que se pueda poner una mujer en el Medio Oriente, Bogotá, Miami o Estambul. Si tuviera que describir a la mujer Andrés Otálora, diría que es una mujer con carácter, no es conservadora, se hace notar, pero a la vez es glamurosa y un poco sexy.

LR: ¿Cómo recomiendas vestirse a la mujer latina que trabaja en real estate?

AO: Es muy curioso, porque precisamente muchas realtors compran mi ropa en Moda Operandi o en Neiman Marcus aquí en Estados Unidos. Miami es la capital mundial de los bienes raíces, se ha vuelto un destino increíble para los europeos. Cada día salen a la venta proyectos impresionantes, de manera que es una mujer que necesita vestirse muy bien. Una mujer que trabaje en real estate tiene que estar siempre impecable, porque vende apartamentos y casas de 5 millones de dólares, de manera que lo que menos espera un cliente es verlas con un jean y una camiseta. Ellas deben reflejar el lujo de lo que están vendiendo, tal como se muestra en realities como Selling Sunset, donde las protagonistas visten toda la moda continuamente.

LR: ¿O sea que el negocio del real estate ahora le sirve de inspiración y referente a diseñadores como tú?

AO: ¡Claro! Quiero hacer un edificio Andrés Otálora en cualquier parte del mundo. Siempre lo he soñado. Esa idea la tengo desde hace como seis años. Me imagino cómo sería el edificio, el lobby. Obviamente no sé de construcción, en esos temas no me meto, pero sí en la parte del buen gusto, del interiorismo, que es lo más importante.