“El perfeccionismo es peligroso, porque no da lugar a cometer errores”
Alexandra Pumarejo es una reconocida creadora de contenido motivacional que ayuda, orienta, inspira y motiva a quienes la leen y la escuchan a valorarse y "enamorarse" de sí mismos.

Nunca en su vida se imaginó que hoy se dedicara a lo que se dedica: Ayudar a miles de personas a quererse, a sentirse valiosas por existir. Después de pasar momentos traumáticos y difíciles, de parecer que estaba derrotada Alexandra Pumarejo se aferró a su fe más profunda y asumió que Dios siempre sabe más que ella, y siempre tiene un plan mejor. Mientras que ella pensaba que era el fin del mundo, era el principio del mundo.
Alexandra es una reconocida creadora de contenido motivacional desde hace más de quince años. De manera genuina y coherente, ayuda, orienta, inspira y motiva a quienes la leen y la escuchan a valorarse y «enamorarse» de sí mismos. A través de talleres, conferencias, acompañamientos personalizados y los consejos diarios que da en sus redes sociales, ofrece estrategias tangibles para que su público tome consciencia y actúe, y así logre cambios significativos en sus vida.
Latinas RealEs: ¿Cuál fue el momento decisivo que te llevó a reorientar tu vida hacia el amor propio y la inspiración de los demás?
Alexandra Pumarejo: Yo creo que uno de los momentos decisivos en mi vida fue cuando después de dos divorcios, con una hija de 3 años y medio y estar en una relación realmente tóxica, un día fui a firmar un cheque y no supe cómo firmarlo, no supe como escribir mi propio nombre. Ese fue el momento decisivo donde yo dije: “bueno, debo tener un tumor y me voy a morir”. Entonces fui donde un neurólogo, que me dijo que lo que yo tenía era una depresión masiva, producto de tantos años de acumular ser la niña buena, tantos años de acumular rabia, tristeza, y nunca le había hecho duelo a nada de lo que había pasado en mi vida. Ese fue el momento clave para yo darme cuenta de que algo andaba mal dentro de mí. Ese fue el golpe que necesitaba para empezar un camino espiritual muy profundo, empezar a hacerme unas preguntas difíciles a mí misma y entender que las decisiones que yo había tomado me habían llevado allí.
LR: ¿Cuáles son algunos de los primeros pasos que recomiendas a quienes empiezan en ese camino hacia el autodescubrimiento y el amor propio?
AP: El primer consejo es cumplirse una promesa todos los días. Esta promesa no tiene que ser gigante; puede ser algo tan chiquito como “me voy a tomar un vaso de agua en ayunas todas las mañanas”. El hecho de uno cumplir lo que uno mismo se ha prometido lo llena de amor propio y nos hace sentir que nuestra palabra vale y que somos confiables. Dos, hay que ser muy cuidadosos con las palabras que nos decimos. El ejercicio de espejo por las mañanas, yo sé que puede parecer bobo, pero es clave. Mirarse en el espejo por las mañanas y decir “Te amo, hoy va a ser un día maravilloso. Tú puedes, eres valiosa por existir’. La manera como nos hablamos es clave para el amor propio. Tres, el agradecimiento. Para mí la práctica de agradecer cinco cosas por escrito por la mañana y cinco cosas por escrito por la noche puede transformar la vida. Si agradeces lo que tienes, siempre vas a tener suficiente.
LR: ¿Podrías compartir alguna experiencia específica que haya sido clave en tu crecimiento personal y cómo lograste encontrar la fortaleza para superarla?
AP: Una de las vivencias más difíciles en mi vida fue cuando mi exesposo, el papá de mi hija, me dijo que se había acabado el amor. Yo estaba viviendo en Miami, tenía una hija de tres años y medio, y me toco definir que hacía con mi vida. Yo era muy exitosa laboralmente antes, pero había dejado todo de lado para estar con mi hija y por el matrimonio, entonces en ese momento tuve que decidir si me quedaba viviendo en Miami o si me devolvía para Colombia. Decidí devolverme para Colombia porque sabía que acá iba a tener más ayuda para poder salir a trabajar, porque no tenía ingresos, ni tenía donde vivir o un plan de vida. Ya tenía 34 años. Ese fue el momento más difícil… cuando el avión aterrizó en Colombia y vi a mi hijita chiquita de 3 años y medio y no me pude dar el lujo de llorar. En ese momento tener tanta incertidumbre, no saber lo que va a pasar, cual es el aprendizaje de eso. Nunca en mi vida me hubiera imaginado que yo hoy me dedicara a lo que me dedico, ayudar a miles de personas a quererse, a sentirse valiosas por existir. Entonces lo que en ese momento fue tan difícil me ayudó a entender que la vida a veces le da a uno dificultades, golpes, uno se cae, pero el tema no es cuando uno se cae, sino cómo se pone uno de pie. Y en mi fe más profunda sé que Dios siempre sabe más que yo, siempre tiene un plan mejor que yo. Mientras que yo pensaba que ese era el fin del mundo, era el principio del mundo. Entonces yo creo que cuando estamos pasando por un momento difícil, es cuando debemos entender que lo que nosotros vemos como un final simplemente es el principio de algo nuevo. Y siempre saber que, si ponemos de nuestra parte para una actitud positiva, todo se puede lograr.
LR: Al mirar hacia atrás, ¿cómo describirías la relación con tu «yo» de hace diez años? ¿Qué le dirías hoy a esa Alexandra que estaba en busca de la felicidad en lugares externos?
AP: Ya llevo más de 15 años en este proceso de amarme, de entenderme, de reconocerme y de quererme. Yo miro hacia atrás, no como antes que me daba latigazos y me preguntaba por qué me casé con una persona que no conocía, en qué estaba pensando cuando no vi las señales de alarma. Hoy en día no. Hoy yo miro hacia atrás y tengo mucha compasión por mí. Ya no es con juicios y golpes, sino con amor. Yo miro cada versión mía anterior y digo “hiciste lo mejor que pudiste con las herramientas emocionales que tenías en ese momento”. Ya no me doy palo; me pongo en el lugar de esa mujer de 20 años, de 25 años, de 30, de 35, y me siento con fotos mías de esa época y las abrazo. Esas versiones mías me ayudaron a ser la persona que soy hoy. Entonces, cuando miro hacia atrás, solamente veo a unas mujeres que lucharon, que aprendieron, que sin duda sufrieron y lloraron, pero aprendieron. Gracias a la valentía de esas versiones anteriores mías es que yo puedo estar aquí. Miro hacia atrás y veo maestros y veo el gran camino que he recorrido y solo tengo agradecimiento.
LR: ¿Qué mensaje central esperas que tus lectores encuentren al final de “Reconócete, Ámate y Libérate”, tu segundo libro?
AP: En mi libro invito a los lectores a que hagan 108 ejercicios que los van a ayudar, precisamente, a reconocerse, liberarse y amarse, donde los acompaño de una manera muy cariñosa para que le pongan luz reflectora a sus vidas para que entiendan por qué tomaron las decisiones que tomaron, por qué son como son, para que puedan sentarse con su niño interior y puedan perdonar y perdonarse. Para que puedan darse cuenta de cuáles fueron las decisiones que les marcaron la vida y, además, cómo asumir la responsabilidad por todo lo que está pasando. En este libro la idea es transmitirles que no sean víctimas, sino que sean protagonistas de sus vidas y que recuerden siempre que la magia está dentro de ellos. Yo invito a los lectores a que hagan una playlist de las 10 canciones que los ponen más felices y después las canten y las bailen. Es una invitación a que cada persona entienda que todas esas respuestas que están buscando por fuera, están adentro.
LR: ¿Cuál ha sido el reto más grande de compartir tus experiencias tan personales en espacios públicos y cómo ha cambiado tu vida en este sentido?
AP: Tener una plataforma donde yo puedo orientar, ayudar e inspirar a las personas a que sean más felices ha sido mi finalidad siempre. Yo no empecé en televisión a los 38 años para aparecer y ponerme ropa bonita, no. Lo hice con ese propósito… ayudar, orientar e inspirar a las personas a que sean felices con ellas mismas, que se valoren por existir. Y gracias a Dios he podido seguir con ese mismo propósito de diferentes maneras: en radio, en televisión, en el periódico El Tiempo, dirigiendo una revista. Y hoy en día lo hago a través de mis conferencias, de mis acompañamientos, ya con mi segundo libro. Entonces, la finalidad siempre ha sido la misma. Lo que más valoro es poder mostrarme como soy. Ya no trato de encajar ni de caer bien, ni que la gente diga “ay tan linda” o “tan inteligente”. Me muestro tal cual soy, porque muchas nos sentimos mal por ser como somos o por no ser lo suficientemente lindas, o lo suficientemente inteligentes o la mejor mamá o pareja. El antídoto para cuando uno siente esa vergüenza o esa desconexión es la vulnerabilidad. Cuando yo cuento mis historias y las cosas difíciles que he pasado o que estoy superando, es una oportunidad para tener conexión real y para, ojalá, a través de mis experiencias, acortar el dolor y el sufrimiento de alguien que quizás está pasando por lo mismo que yo.
LR: Hablando de equilibrio entre vida personal y profesional, ¿cuáles son las claves que encuentras fundamentales para mantenerte en paz mientras te dedicas a motivar a los demás?
AP: Yo supongo porque yo hablo de temas como positivismo y amor propio, eso hace pensar que yo tengo mi vida resuelta, que yo no tengo discusiones con mi esposo o con mi hija, que yo todos los días me siento feliz y radiante, que a mi nada me inmuta. Pero eso no es verdad. Yo soy humana y estoy en un camino igual que todo el mundo. Hay días en que tengo las herramientas para decidir mejor, para actuar mejor, para reaccionar mejor. Pero hay otros días en que a pesar de los mil libros que he leído, a pesar de haber caminado en el fuego, de hacer cursos con Oprah Winfrey, de todos los cursos que he hecho y de la manera como me he preparado, igualmente reacciono mal y luego me toca pedir disculpas porque dije lo que no tocaba. Creo que el balance entre mi vida personal y mi vida profesional es, en todos los aspectos, tener mucha compasión por mí, tratar de hacer lo mejor que pueda, tratar de ser lo más autentica que pueda y siempre dar lo mejor en ambos casos, en lo profesional y personal.
LR: En tu experiencia trabajando con mujeres, ¿cuáles son los patrones más comunes que impiden el desarrollo pleno de su potencial y cómo pueden superarlos?
AP: He trabajado con miles de mujeres y es increíble cómo, a pesar de que son maravillosas, excelentes madres y empresarias, bellas e inteligentes, sienten que todavía tienen que esperar a ser escogidas. Es increíble cómo no entienden o no se dan cuenta de que ellas tienes el derecho y el deber de escoger lo que es mejor para ellas. Eso de esperar a que nos rescate el príncipe azul todavía es un patrón demasiado común. Aun seguimos como princesas, como Blancanieves, como la Sirenita, como la Bella Durmiente, sentadas y esperando a que llegue alguien y nos rescate de nuestra propia vida. Tristemente eso es un patrón que encuentro muy a menudo y que trato de romper. Pero primero hay que reconocerlo. ¿Estoy aquí esperando a ser rescatada o, por el contrario, voy a asumir la responsabilidad por mi vida, mis decisiones, y empezar a escoger, discernir y decidir lo que quiero y necesito para mí?
LR: Muchas emprendedoras en nuestra comunidad han sentido alguna vez la “trampa” de la autoexigencia y el perfeccionismo. ¿Qué consejo les darías desde tu experiencia a quienes buscan ese “empaque” de éxito y reconocimiento externo, pero sienten que aún falta algo internamente?
AP: El perfeccionismo no es chévere, es señal de trauma. No es algo para estar orgulloso. Es algo que viene de cuando estábamos chiquitas y teníamos que ser niñas buenas, porque las niñas buenas eran las que recibían amor. Siempre se nos dijo que las niñas buenas se portan bien, hablan bien, son dulces, son complacientes, sonrientes y no ponen problema. Son realmente hechas para agradar, y en la medida en que agradamos, en esa medida recibimos amor. Entonces muchas mujeres han creído que su valor depende de lo que hacen perfecto, de que sus hijos sean perfectos, que su cabello sea perfecto, haciéndoles creer que si no son así las van a abandonar y les van a quitar el amor. El valor nuestro no tiene que ver con nada de lo que tenemos por fuera. La cama puede estar desarreglada, puedo cocinar terrible, puedo no estar perfectamente peinada, pero seguir siendo valiosa por existir. Las personas perfeccionistas viven agotadas, cansadas, de mal genio y muertas del susto de que si cometen un error les van a quitar el amor. El perfeccionismo es muy peligroso porque lo que hace es que no nos da lugar a cometer errores, y cuando creemos que no podemos cometer errores no nos atrevemos a hacer las cosas de una manera distinta; no nos atrevemos a salir de nuestra zona de confort, a tener ideas distintas, a tomar decisiones radicales. Entonces el perfeccionismo no es una virtud y hay que ver donde fue la primera vez que yo sentí que solamente siendo perfecta era que podía ser amada. Y poco a poco empezar a entender que la vida está hecha de cositas chiquitas y que podemos cometer errores, caernos, así como tomar decisiones acertadas o desacertadas y seguir siendo valiosas.
LR: ¿Cómo logras renovarte y mantenerte inspirada para seguir guiando a otros en ese camino tan personal de amarse a sí mismo?
AP: Haciendo todos los días lo mismo que aconsejo: meditar, agradecer, leer, estudiar, ser consciente de mis pensamientos. Este último es el más importante; ser consciente de que mis pensamientos no me definen. Yo puedo mirar mis pensamientos y decirme “uy, hoy me estoy dando como duro; estoy dándome palo por algo que hice en el pasado” o ‘tengo una rabia por ahí guardada”. Lo otro que me mantiene inspirada son los mensajes amorosos que recibo a diario. O cuando me encuentro con personas en la calle en Madrid, en Bogotá, en Uruguay, en Argentina, y me dicen: “Gracias Alexandra, porque por lo que tú has dicho o lo que me has recomendado yo me amo más y he podido tomar mis decisiones”. Tengo mensajes de personas que han podido salir de relaciones muy difíciles o han entrado en relaciones muy lindas; han podido quererse más y saber que su valor depende de lo que tienen adentro y no de lo que tienen afuera. Tratar se ser consciente de mis actos, de que si quiero hacer ejercicio es porque me quiero y no porque quiera tener el cuerpo perfecto. También escribo mucho mis pensamientos, trabajo con gente amorosa todos los días. Tengo acompañamientos personales donde puedo conocer de cerca las historias de personas que al principio están en situaciones bastante complejas y después de trabajar conmigo toman decisiones distintas, se sienten mejor consigo mismas y tienen mejores relaciones con sus hijos, con su pareja y con ellas mismas, sobre todo. Eso es lo que me mantiene más inspirada, el contacto con las personas que sí son capaces de generar el cambio. O incluso mi libro, porque mucha gente me ha dicho que les ha ayudado.
LR: Para ti, ¿qué significa realmente “ser feliz”? ¿Cómo defines esta felicidad que has encontrado en tu vida, y cómo la sostienes día a día?
AP: Yo considero que la felicidad es la tranquilidad. También la defino como cuando soy capaz de ser coherente entre lo que digo, lo que pienso y lo que hago. Eso a mí me da una profunda tranquilidad, me da paz y felicidad. Cuando uno es capaz de ser lo más transparente posible, ser consciente de que somos un alma espiritual que vino acá y es eterna y este cuerpecito solamentees prestado. Cuando estoy en contacto con esa realidad es cuando más feliz soy; cuando estoy conectada con Dios, con ese ser superior que me está guiando.
LR: En el mundo del emprendimiento, muchas mujeres luchan con el síndrome del impostor. ¿Qué estrategias prácticas compartes con tus seguidoras para superar estas inseguridades?
AP: Oprah Winfrey una vez dijo que para ella fue sorprendente darse cuenta de que a pesar de las muchas entrevistas que ella hizo con personalidades como Barack Obama, Beyonce o Tom Cruise, el común denominador de todos ellos al final de la entrevista era la pregunta ¿estuve bien? Yo creo que es normal del ser humano dudar de si uno es suficientemente bueno. Lo que pasa es que no hay que quedarse ahí, quedarse en la duda, quedarse en el síndrome del impostor. Hay que ser conscientes de los pensamientos, cuestionarlos. El pensamiento de que no soy suficiente me hace sentir insegura, dudosa y mal conmigo misma. Lo opuesto de ese pensamiento es que yo sí merezco estar aquí porque he trabajado duro, soy inteligente, soy capaz. ¿A que pensamiento le vamos a dar nuestra energía?
LR: En tus redes sociales, sueles dar consejos diarios. ¿Cómo decides qué mensaje compartir con tu audiencia cada día?
AP: Todos los mensajes son diferentes, pero van hacia lo mismo: ayudar, orientar e inspirar a las personas a que se quieran y se valoren, a que sepan que tienen que asumir la responsabilidad de sus vidas, y que tienen que decidir distinto si quieren tener una vida distinta. Pueda que sean varios consejos, pero el mensaje general sigue es el mismo: que las personas sean felices con ellas mismas. Y que entiendan que la magia está dentro de ellas.
LR: ¿Qué consejo les darías a tantas mujeres que están en una constante búsqueda de éxito y felicidad en sus carreras y en sus vidas personales?
AP: El consejo que yo les daría a todas esas mujeres que están tratando de balancear la vida personal, la vida profesional, los hijos, la pareja, verse divinas es: ¡Ya basta! La realidad de una mujer diez es mentira; qué cansancio tratar de ser la mujer diez. Y lo que los medios de comunicación nos han tratado de vender es que uno como mujeres tenemos que ser lindas, inteligentes, capaces, la mejor madre, la mejor esposa, ser una bomba sexual en la cama, poder hacer las comidas más deliciosas. Y bueno, que delicia si lo logran, pero la verdad es que yo lo que quisiera es que, en vez de ser perfectas, en vez de ser una mujer diez yo quisiera que sean la mejor versión que puedan ser de sí mismas en este momento.
LR: Finalmente, para alguien que se encuentra en un momento de duda o tristeza profunda, ¿qué palabras de aliento le compartirías para que recupere la esperanza y la confianza en sí mismo
AP: Para cualquier persona que en este momento esté pasando un momento difícil le digo, yo he estado allí. Pero hay una frase que yo amo y se ha vuelto un lema para mí: “Justo cuando la oruga pensaba que iba a morir, se convirtió en mariposa”. No crean que, porque están pasando por un momento difícil, toda la vida va a ser así. Los momentos difíciles existen, ¿pero que hay que hacer? Atravesarlos, tratar de aprender de ellos, no quedarnos en por que me está pasando esto, por qué solamente me pasa a mí, por qué yo soy así, por qué es que todo lo malo me pasa, sino esto que me está enseñando, esto que estoy viviendo qué es lo que me está enseñando, esto para qué lo estoy viviendo, Dios mío para qué me pusiste en este momento. Cuando uno busca los aprendizajes los puede encontrar. Y cuando uno pregunta para qué, tiene mil respuestas.
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