Deporte y empoderamiento femenino, una fórmula ganadora

Desde la antigua Grecia, cuando el deporte estaba reservado para los hombres, se ha recorrido un largo camino que, en las últimas décadas, ha facilitado el acceso y la participación de las mujeres en las altas esferas del deporte. “Es un cambio que representa mucho más que un simple incremento en la presencia femenina en el deporte. Simboliza el potencial de las mujeres que por fin pueden usarlo como una herramienta poderosa de empoderamiento y eso es algo muy importante para todas nosotras”, afirma Ita María Diez, experta en nuevas narrativas digitales con enfoque feminista y de género.

Está claro que el mundo ha cambiado hasta permitir la creación de una identidad colectiva, donde la práctica deportiva ha demostrado ser un espacio clave para el desarrollo personal y social de las mujeres en la búsqueda de una igualdad genuina. Los avances han sido notables, pero en deportes como el futbol, por ejemplo, aun falta trabajo por hacer para alcanzar la notoriedad al nivel de los grandes equipos masculinos

Rompiendo las barreras del género en el deporte

En un mundo que históricamente ha relegado a las mujeres a un segundo plano, el deporte se ha convertido en una vía para desafiar estereotipos y normas de género. Aunque las mujeres han sido partícipes en deportes durante siglos, su representación ha estado limitada y a menudo sujeta a prejuicios que las encasillan en ciertos roles o disciplinas ‘más femeninas’. Sin embargo, atletas de todo el mundo han roto estos moldes. Ejemplos icónicos de lo anterior son Serena Williams en el tenis, Simone Biles en la gimnasia y Megan Rapinoe en el fútbol; las tres han transformado no solo sus respectivos deportes, sino también la percepción de las mujeres en la sociedad.

En un artículo titulado ‘Igualdad de género: empoderar a la mujer en el deporte y la ciencia’, publicado hace poco por la UNESCO en su página web, pudimos conocer la sorprendente historia de Nadia Nadim, una mujer nacida en Afganistán que logro emigrar a Dinamarca, donde vivió en un campo de refugiados. Allí desarrollo una carrera como futbolista de élite para, posteriormente, convertirse en doctora. También es Defensora de la UNESCO para la Educación de las Niñas y las Mujeres.

Tras crecer en un país donde a las mujeres no se les permitía salir de casa sin un familiar masculino, Nadia luchó contra la adversidad y la discriminación para perseguir sus sueños. “El fútbol me salvó de ser esa pobre niña marginada e hizo que me aceptaran. La mayoría de la gente se interesa por el fútbol masculino y no tiene ni idea de lo que ocurre en el femenino. Pero eso está cambiando. Desde que yo empecé hasta ahora, ha habido un cambio enorme en el fútbol femenino, y va en la buena dirección. Si quieres un cambio, tienes que hacer oír tu voz. Ocurrirá, pero no de la noche a la mañana”, afirma.

Beneficios físicos y mentales para el empoderamiento personal

El ejercicio y la práctica deportiva regular fortalecen la salud física, pero también tienen profundos efectos en la salud mental y emocional. Para las mujeres, involucrarse en el deporte puede ser un proceso de autoafirmación y descubrimiento de sus propias capacidades, fortaleciéndose a través de la disciplina y la resistencia física.

Diversos estudios han demostrado que el deporte reduce el riesgo de depresión, aumenta la autoestima y fomenta una mejor autoimagen, factores clave en el desarrollo de una identidad empoderada. Además, las mujeres que participan en deportes suelen exhibir niveles más altos de autoeficacia, una creencia fundamental en la capacidad de una persona para superar desafíos. Este crecimiento personal tiene un impacto directo en otras áreas de la vida, ya que muchas mujeres que se sienten seguras y empoderadas en el ámbito deportivo trasladan esa confianza a otros ámbitos, desde sus relaciones hasta sus carreras profesionales.

El papel del deporte en la educación y el desarrollo profesional

La participación en deportes no solo mejora la autoestima de las mujeres, sino que también promueve el desarrollo de habilidades útiles para el mundo laboral. Trabajar en equipo, manejar la presión, aceptar el fracaso y mejorar continuamente son habilidades que las atletas desarrollan y que son valoradas en el mercado laboral. Las empresas cada vez reconocen más el valor de estas competencias, y las mujeres que han practicado deportes tienen más probabilidades de acceder a posiciones de liderazgo.

Un informe de Ernst & Young y ESPNW encontró que el 94% de las mujeres ejecutivas en posiciones de liderazgo superior habían practicado deportes a lo largo de su vida. Esto demuestra que el deporte no es solo una actividad recreativa, sino también una vía efectiva hacia el empoderamiento económico y profesional, ayudando a las mujeres a alcanzar el éxito en un entorno laboral competitivo.

Las atletas como agentes de cambio y el rol de los movimientos sociales

Las mujeres en el deporte no solo están abriendo camino para sí mismas, sino que también se están convirtiendo en modelos a seguir para otras mujeres y niñas alrededor del mundo. Además, muchas atletas han usado su visibilidad para hablar sobre temas que afectan a todas las mujeres, desde el acoso sexual y la discriminación hasta la falta de oportunidades educativas y de empleo.

Movimientos sociales como #MeToo y Time’s Up han motivado a atletas de alto perfil a denunciar injusticias y a unirse en torno a demandas colectivas de respeto y equidad en el deporte. La futbolista estadounidense Megan Rapinoe, quien ha sido una voz activa en temas de igualdad de género, derechos LGBTQ+ y justicia social, ha alzado desde siempre su voz para lanzar frases como esta: «No solo estamos aquí para jugar al fútbol; somos agentes de cambio. Cuando estás en la cima de tu juego, tienes la responsabilidad de cambiar la sociedad y luchar por un futuro mejor para todas las mujeres».

La anterior aseveración refleja cómo Rapinoe y muchas otras atletas ven el deporte no solo como una plataforma de éxito personal, sino como una herramienta para impulsar el cambio social en temas de igualdad y derechos. Este activismo ha puesto en evidencia las prácticas discriminatorias dentro de muchas organizaciones deportivas y ha llevado a la creación de programas para mejorar las condiciones laborales y salariales de las mujeres en el deporte.

“El deporte no solo nos empodera individualmente, sino que también crea redes de apoyo entre nosotras cuando enfrentamos condiciones similares. La comunidad que surge alrededor del deporte actúa como una red de contención y apoyo, que a menudo se extiende más allá del ámbito deportivo y se convierte en una fuerza para el cambio social”, asegura Ita María.

Sin embargo y pese a los grandes avances, aún hay desafíos por vencer y falta camino por recorrer. Todavía persisten numerosos retos para alcanzar una verdadera igualdad de género en el deporte. La falta de recursos, los estereotipos de género, las expectativas sociales y la falta de apoyo financiero son algunos de los obstáculos que muchas mujeres enfrentan para dedicarse al deporte de manera profesional. Pero el creciente número de mujeres atletas de alto rendimiento, así como el interés público por los deportes femeninos, indica que la tendencia de inclusión femenina en el deporte es irreversible. Los medios de comunicación lo saben y por eso cada vez las atletas femeninas logran mayor visibilidad.

El deporte ha evolucionado de ser una actividad reservada para hombres a un espacio donde las mujeres pueden construir su fuerza, desafiar normas y convertirse en modelos de cambio. El empoderamiento femenino a través del deporte es un fenómeno transformador que tiene efectos positivos a nivel físico, mental, social y económico.

Cada paso hacia una mayor igualdad en el deporte es un paso hacia una sociedad más justa e inclusiva. Con el tiempo, a medida que las barreras continúen desmoronándose y las mujeres sigan encontrando su lugar en todos los rincones del mundo deportivo, el deporte será recordado como una de las herramientas más poderosas para empoderar a las mujeres y acercar a la humanidad a la verdadera equidad.