Karla Wheelock: “El éxito que se comparte, se multiplica”
"Me gusta ver a la gente triunfar, ver a las personas lograr sus sueños, ver cómo les cambia la cara cuando están felices…¡Eso me llena mucho!".
En el año 1998, mientras escalaba el Manaslu, la octava montaña más alta del mundo situada en la cordillera del Himalaya, Karla Wheelock pensó que se había matado. Una fuerte nevada los obligó a regresar y les cambió sus planes de por vida.
En el momento del descenso, uno de los dos compañeros de travesía de Karla pidió liderar el grupo para abrir huellas, y en el movimiento para llegar al primer lugar formaron un triángulo y provocaron una avalancha de placa que se los llevó a los tres. “Se vino media montaña y hubo un momento en el que dije, ahora sí me maté. Fueron segundos en los que empecé a caer y solo pensaba, esto se acabó, me maté. Caía de espaldas y de repente me detuve… estaba incrustada en una grieta, que fue la que me salvó la vida”.
Siente que la montaña les perdonó la vida a ella y a Fercho. Lenín fue expulsado y murió. Pero, aunque ha sido muy duro sentir de cerca la muerte y vivir la de algunos de sus compañeros de excursiones, sigue escalando, porque ama la montaña. Disfruta el silencio de los paisajes, cambiar de perspectiva, ampliar sus horizontes, ver nuevas culturas, descubrir cómo en cada continente las montañas son lugares sagrados que tienen mucho que enseñarnos. Y ella, personalmente, aprende de sí misma en cada paso que da y sobre las propias montañas internas y externas que debe escalar.
“La montaña me enseñó que hay que tener paciencia, respeto, que hay tiempos en los que se gana y otros en los que se pierde, pero que todo es aprendizaje; que hay etapas de sembrar y de cosechar… Y a veces no entendemos los ciclos o los aceleramos… No todo el tiempo se trata de extraer frutos. Hay que sembrar primero”, dice Karla, quien en 2005 se convirtió en la primera mujer iberoamericana en alcanzar la cima más alta de cada continente (Las 7 Cumbres). Esto sin contar con que en 1999 fue la primera mujer latinoamericana en coronar la cumbre del monte Everest.
Hoy también es reconocida por su trabajo como oradora motivacional. Ha inspirado a muchos a través de sus charlas, compartiendo sus experiencias, desafíos y lecciones aprendidas de sus viajes en las montañas. “Todos somos exploradores. Si nos damos la oportunidad y estamos dispuestos a salir de nuestra zona de confort, podemos descubrir de lo que somos capaces. Dando pequeños pasos llenos de fe y confianza en nosotros, sea cual sea la montaña personal, sea cual sea la experiencia o aprendizaje que cada quien tenga, lo importante es descubrirnos a nosotros mismos”, asegura.
Latinas Reales: ¿Cómo se define Karla Wheelock?
KW: Hay una frase que siempre digo y la aprendí en la cima del Everest, cuando un compañero me recibió con un abrazo, al que yo llamo ‘abrazo multiplicador’. Y es que el éxito que se comparte, se multiplica, y a mí me gusta multiplicar… Me gusta ver a la gente triunfar, ver a las personas lograr sus sueños, ver cómo les cambia la cara cuando están felices… ¡Eso me llena mucho!
LR: ¿Qué pasa por tu cabeza cada vez que estás en la cima de una montaña?
KW: Fui evolucionando. Habiendo sido deportista desde que estaba en la escuela, sabía que la recompensa por ganar era inmediata. Sin embargo, la montaña fue diferente, porque ahí no compites con nadie, no le ganas a nadie, no estás venciendo al contrincante. Ahí de repente llegas a la cima y descubres que eres más fuerte de lo que pensabas, que te vences a ti misma, que podías hacer cosas que no sabías o que ni siquiera las habías pensado. Entonces, el sentimiento es de un agradecimiento muy grande. La gente piensa que subir montañas es conquistarlas, pero yo siempre he dicho que el triunfo es hacia adentro. Lo que conquistas son tus miedos, tus límites… ¡Te descubres y te redescubres! Tú puedes pensar que vas a llegar arriba, emocionado y que vas a levantar las manos y gritar: ¡Lo logré! Pero no, el sentimiento es de gratitud, de decir gracias a todo y a todos, por todo…
LR: ¿Qué te motivó a escalar montañas y cómo te mantuviste enfocada en tus objetivos?
KW: La motivación vino desde el fondo de mi corazón. Amo estar en la montaña, disfruto mucho del silencio de los paisajes, de aprender en cada paso sobre mí y sobre los retos que hay que ir superando, tanto externamente como internamente. Me motiva ver cómo se observa desde la cima, cambiar de perspectiva, ampliar mis horizontes, ver nuevas culturas, ver la curvatura de la tierra, ver como en cada continente las montañas son lugares sagrados que tienen mucho que enseñarnos. Ese es el lado “romántico” quizá, pero para disfrutar de todo eso había que dar pequeños pasos día a día, cuidar mi alimentación, entrenarme física, mental y emocionalmente, buscar patrocinios, subir pequeños cerros para mantenerme en forma, hacer una estrategia, tener buena preparación, contar con el equipo adecuado y cuidar los detalles; eso me mantenía enfocada en mi objetivo que era ver desde la cima más alta de cada continente.
LR: Hablas sobre la importancia de ‘conquistar tus propias montañas’. ¿Cómo animas a las personas a identificar y superar sus propios desafíos personales en su camino hacia el éxito?
KW: Las propias montañas son los desafíos que cada quien enfrenta en el día a día. Cuando yo les digo eso a las personas, inmediatamente saben cómo se llama su montaña, lo que les está costando el ascenso; y solo les recuerdo que pueden soñar, confiar en sí mismos, tener fe y esperanza de que ellos sabrán cómo superar cualquier dificultad o reto que se les presente. Somos más fuertes de lo que creemos, nuestros límites están en la mente. Si nos damos la oportunidad de soñar y damos los pasos en esa dirección, las cosas suceden.
LR: ¿Cómo aplicas las habilidades adquiridas y la toma de decisiones en tu vida cotidiana?
KW: En una disciplina como el montañismo existen muchos factores que debemos considerar: altitud, clima, adaptación, logística, dificultad de la ruta, equipo material, equipo humano, y ahora cambio climático, además de avalanchas, grietas, vientos extremos, temperaturas extremas… Todo esto son factores que debemos conocer, y saber cómo desde nuestra fragilidad y vulnerabilidad somos capaces de alcanzar las cimas y regresar con bien. Y aunque muchos los llaman “riesgos”, yo los veo como situaciones que debo saber resolver. La preparación y la planeación detallada ayuda a disminuir los riesgos. A mayor conocimiento se reducen los riesgos. El montañismo no es un albur o ruleta rusa, es una empresa a la que si le dedicas tiempo, planeación y te fortaleces en conocimientos y herramientas, puedes lograr las metas, y exactamente así lo aplico en mis emprendimientos.
LR: ¿Cuál ha sido el mensaje central que has tratado de transmitir a las personas que te escuchan en tus charlas motivacionales?
KW: El mensaje central es de esperanza, de fe y de confianza. Muchos han renunciado a sus sueños; las dificultades de la vida en ocasiones los han hecho perder la esperanza y la fe en sí mismos; yo a través de mis experiencias de más de 30 años subiendo montañas y realizando expediciones polares les comparto como todos podemos –si nos damos la oportunidad– ser esos exploradores con capacidad de asombro, dispuestos a salir de nuestra zona de confort para descubrir de lo que somos capaces, dando pequeños pasos llenos de fe y confianza en nosotros, sea cual sea su montaña personal, sea cual sea la experiencia o aprendizaje que cada quien tenga, lo importante es descubrirnos a nosotros mismos.
LR: El montañismo implica enfrentar riesgos y superar miedos. ¿Cómo te has enfrentado a tus propios miedos?
KW: En la disciplina del montañismo, a diferencia de otros deportes en donde si fallas te descalifican o no te dan medalla o premio, en la montaña si te equivocas puedes perder la vida, fallar no es opción. El ver morir a compañeros de montaña, compañeros de equipo, es algo muy difícil y duro; el saber que cada vez que me iba a una expedición había la posibilidad de no regresar era algo de lo que yo estaba muy consciente. Yo aprendí que el miedo es una alerta que nos invita a prepararnos más, a tomar decisiones prudentes, a no entrar en lo que se conoce como “Fiebre de Cumbre”, en donde se arriesga todo por lograr un objetivo, Yo tomo riesgos, pero son riesgos calculados. El miedo debe ser ese aliado que nos mantiene vivos, que nos recuerda nuestra fragilidad, pero que no nos frena ni nos paraliza, solo nos ayuda a encontrar el momento y la oportunidad indicados.
LR: ¿Cuál ha sido el momento personal más riesgoso que has tenido durante estos años de montañismo?
KW: En el año 1998 estaba subiendo a Manaslu, la octava montaña más alta del mundo, con un equipo internacional, y subiendo hacia el tercer campamento nos tocó una nevada muy fuerte que ocultó las cuerdas de seguridad que teníamos, así que decidimos bajar. Cuando íbamos bajando, uno de mis compañeros empezó a avanzar, éramos tres: Fercho, adelante, luego Lenin, y yo… Entonces Lenín le pidió a Fercho que lo dejara ir en primera posición para ayudarlo a abrir huellas, y en el momento en él que se abrió un poquito para poder rebasarlo formamos una especie de triángulo y con eso provocamos una avalancha de placa (responsable por la mayoría de las muertes en el alpinismo) que nos llevó a los tres. En ese momento se vino media montaña y hubo un momento en el que pensé que iba a morir, me dije a mí misma, ahora sí me maté.
LR: ¿Cómo fue el desenlace, cómo fue que se salvaron?
KW: Fueron segundos en los que yo empecé a caer de espaldas y solo pensaba: se acabó, me maté. Caía de espaldas y de repente me detuve… había caído en una grieta, que fue la que me salvó la vida. Entre los golpes y el revolcón había perdido los lentes… y cuando abrí los ojos vi una luz muy intensa y reaccioné diciendo: Es la luz, la que dicen que tengo que seguir… De verdad pensé que ya me había muerto y en eso me empecé a tocar y a sentir mi cuerpo. Me puse a buscar a mis compañeros, a gritarles porque no los veía cerca de mí… y me di cuenta de que Fercho también había sobrevivido, pero a Lenin lo expulsó la montaña… lo perdimos. Murió en esa expedición. Siempre digo que esa montaña me perdonó la vida, porque pude haber sido yo. Estábamos a medio metro uno del otro. Uno perdió la vida. Fue uno de los momentos más difíciles de mi vida.
LR: ¿Qué es lo que más has aprendido durante todas estas experiencias?
KW: La montaña me enseño que hay que tener paciencia, respeto, que hay tiempos en los que se gana y se pierde, pero que todo es aprendizaje, que hay tiempos de sembrar, de cosechar… Y a veces no entendemos los ciclos… o los aceleramos… No todo el tiempo se trata de extraer frutos. Hay que sembrar primero.
Aprendizajes para compartir
LR: A lo largo de tu carrera, has roto barreras y estereotipos de género. ¿Qué consejo le darías a las mujeres que luchan por alcanzar sus objetivos en campos dominados por hombres?
KW: Hay tantas cualidades que tenemos las mujeres: la capacidad de conciliar, la fortaleza, la determinación… podría mencionar muchas, pero más que un consejo les hago una invitación a reconocer en nosotras mismas la gran cantidad de talentos y habilidades que tenemos. Se trata de ser más mujeres, no de luchar contra los varones, se trata de potenciar al máximo nuestras fortalezas y una vez sabiéndonos capaces, los campos serán ocupados por hombres y mujeres capaces y dispuestos a complementarse para hacer equipo.
LR: Tu vida está llena de logros asombrosos, pero también ha habido momentos de dificultad. ¿Cómo te has recuperado de los momentos difíciles y qué te ha ayudado a mantenerte resiliente?
KW: Toda mi vida Dios ha ocupado un lugar muy importante, no solo en los momentos de éxito y de felicidad. En los momentos “oscuros” o de dificultad, es mi fe la que me ha ayudado a reconocer que soy asistida, que todo tiene un porqué y un para qué; siempre pido poder comprender que es lo que debo aprender de esa situación, y confío en que son esas montañas que debo subir, para ver la vida desde otra perspectiva. Busco aprender la lección de cada situación, y la verdad que de donde más he aprendido es de las pruebas duras en mi vida, de las perdidas, de las dificultades.
LR: El alpinismo a menudo implica trabajar en equipo y confiar en otros para alcanzar objetivos. ¿Qué recomiendas en el ámbito profesional para trabajar en equipo y confiar en los demás?
KW: La montaña me ha enseñado que la forma más fácil de confiar en los demás es cuando tú eres confiable, cuando trabajas en ti mismo y te fortaleces, cuando sabes que eres parte del equipo y colaboras con el otro para ganarte su confianza por tus hechos, comportamientos y acciones.
LR: ¿Cuál es tu próxima gran aventura o proyecto? ¿Qué metas te has fijado para el futuro y cómo planeas seguir inspirando a otros en el camino?
KW: Estoy planeando ir al Himalaya en abril del 2024, y también estoy por terminar un nuevo libro, así que tengo varios proyectos profesionales y personales … Mis “otras montañas”. En mi página de Internet www.karlawheelock.com comparto un curso que se llama Explorando los limites 7 cumbres 7 aprendizajes, y me gustaría invitar a todo el que guste a inscribirse, porque hay un contenido importante, que fue creado para desarrollo personal, y en el mismo hay dos momentos en los que yo doy mentorías.
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